Por: Margoth Badilla

En tantos años siempre es divertido recordar los días en que el corre corre nos hizo pasar momentos de angustia. Como el día que uno de nuestros conductores, el famoso John Downs, limonense de piel achocolatada, alto y corpulento, de sonrisa amplia y siempre a flor de labios, traía una pareja de recién casados desde Guanacaste en horas muy tempranas de la mañana. Desde que los recogió, Johnny se puso a disposición de ellos, diciéndoles que si necesitan alguna parada le hicieran saber, los pasajeros dijeron que lo único que necesitaban era dormir en el camino.
Así fue, John manejaba Hiace, el traslado se daba normalmente y al llegar a San Ramón el conductor hizo una parada estratégica para baños, se asomó para una vez más para ofrecer la paradita que como es costumbre siempre los clientes hacen, una vez más ellos levantaron la cabeza y le volvieron a decir que no bajarían.
John rápidamente se fue al baño y cuando regresó se subió a la móvil y continuó su camino. Al llegar al Hotel Cariari, donde los clientes se quedaban, estacionó, dio la vuelta para llegar a la puerta y con una sonrisa extensa y desprendida, se asomó a la puerta diciendo: “¡Buenos Dias! ¡Ya amaneció, ya llegamos! Y ooops no había nadie en la móvil.
Los pasajeros habían decidido bajar, mientras él estaba en el baño. Ese día John relata que se volvió blanco del susto y que se enfermó del estómago por 3 días seguidos. Tanto así que en ese momento fue corriendo al Counter que teníamos en el Cariari a pedir el baño antes de reportar que había dejado a los clientes botados.
